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Construir para conectar con la naturaleza

Respetar nuestros recursos es cada vez más una prioridad para los trabajos arquitectónicos y urbanísticos. Estos cinco proyectos buscan regenerar zonas urbanas, crear instalaciones más eficientes o recuperar rutas de interés natural

Reportaje

La responsabilidad medioambiental ha pasado de ser un buen propósito a convertirse en una necesidad. Preservar y regenerar los espacios naturales es una obligación que afecta a todos los sectores de la sociedad, entre ellos el de la construcción. Minimizar el impacto que ocasionan los proyectos arquitectónicos y urbanísticos e integrar en ellos zonas verdes es una prioridad cada vez más presente en todos los tipos de proyectos, desde las obras públicas hasta las de uso privado. Regenerar zonas urbanas, conectar la ciudad con los parajes naturales de forma controlada, conseguir edificios más eficientes y encontrar soluciones de circularidad es ya parte fundamental de la construcción.

Dentro de las propuestas relacionadas con el entorno natural se encuentra la recuperación de obras que conviven con él y han quedado en desuso. Un ejemplo es el Caminito del Rey, una senda peatonal que une los términos malagueños de Ardales, Álora y Antequera, bordeando el desfiladero de los Gaitanes. Construida a principios del siglo XX, esta pasarela de algo más de tres kilómetros se convirtió en una atracción turística por sus espectaculares vistas, pero el deterioro lo convirtió en un entorno poco seguro.

“Prácticamente, la senda ya no existía. Había algunos restos, unos balconcillos, pero la estructura base estaba muy agujereada y faltaba completamente en otros sitios. La ruta la usaba gente que practicaba deportes de riesgo, de manera extraoficial”, explica Luis Machuca Santa-Cruz, arquitecto encargado de su remodelación. Su estudio se enfrentó a uno de esos proyectos que requieren soluciones adaptadas a un entorno muy específico. “Nos planteaba muchos desafíos. Se habían hecho dos proyectos previamente, y estábamos en un momento de gran crisis económica. Estudiamos el entorno y pensamos una solución que se adaptara a ese entorno tan impresionante y encontrar la manera de que no se convirtiera en un parque temático”, añade.

El proyecto de adecuación, llevado a cabo por SANDO, sigue el trazado original, adecuando materiales y técnicas a las dificultades del terreno. “Respeta los elementos más importantes, como el puente acueducto de Eugenio Ribera, una obra magnífica y la imagen que tiene la gente en el recuerdo”, detalla Machuca Santa-Cruz. Los materiales utilizados para las pasarelas que bordean la garganta, madera y acero inoxidable mate, fueron adaptados a medida, con las dificultades añadidas del terreno. “No se podían usar medidas prefabricadas, ya que el terreno es muy caprichoso”, detalla Machuca-Santa Cruz. Recurrimos a alpinistas especializados en trabajos verticales y espeleólogos, e incluso utilizamos un helicóptero para llevar el material”.

El arquitecto, que ha escrito un libro documentando todo el proceso, guarda un recuerdo especial de esta remodelación. “Cuando estaba trabajando en él, no pensaba en el eco tan impresionante que puede tener”, confiesa. “Otros proyectos son más importantes en volumen o premios, pero este es el que más satisfacciones me ha dado. Pocas veces ocurre con una obra que ponga de acuerdo a todo el mundo”. Esa sensación se transmite también con el impacto que ha tenido en los habitantes de la zona, revitalizando su economía. “Cada vez que voy por allí, la gente de los pueblos te reconoce y se para a hablar contigo, y es una gran satisfacción comprobar que gente que antes estaba en el paro ahora ha encontrado trabajo porque se ha reactivado el turismo”.

Esa misma sensación la comparte Miguel Ángel Ruiz Amores, especialista en trabajos verticales que participó en el proyecto. “Fue muy impactante trabajar en ese entorno y a alturas de más de 100 metros”, recuerda. Ha sido sin duda el proyecto más espectacular en el que he trabajado. Además, te deja una gran sensación saber que la gente lo usa y lo disfruta. Es una de las grandes satisfacciones de mi trabajo”.

Conectar la ciudad con el espacio natural

En otras ocasiones, los espacios que se regeneran están más próximos a los núcleos urbanos. Es el caso del funicular del Tibidabo, en Barcelona, un medio de transporte que se convirtió en uno de los emblemas de la ciudad y que la conecta con el parque de atracciones del Tibidabo, enclavado en el parque natural de Collserola. Coincidiendo con el 120 aniversario de la atracción, el pasado año se inauguró el nuevo funicular, que reactiva el tránsito hasta esta zona a través del transporte público y sostenible.

“Las instalaciones del funicular del Tibidabo se encontraban en muy mal estado”, cuenta Pep Garriga, jefe de área de obra civil en la constructora Copcisa. “El funicular funcionaba pero, al estar degradado, todo el mundo subía al Tibidabo con el coche, creando un problema de tráfico y contaminación. Se necesitaba tener un acceso eficiente, público y controlado”.

Los trabajos de adecuación contaron con dos dificultades. “La primera, trabajar con un 25% de pendiente, que dificultaba la subida y bajada de materiales”, señala Garriga. La segunda tenía que ver con respetar la flora y la fauna del parque natural. “Teníamos que evitar los ruidos al máximo, respetar los accesos y dejarlos tal cual estaban e, incluso, tener cuidado con algún jabalí”. Ahora, el nuevo funicular, que forma parte del nuevo plan de movilidad del Tibidabo, soluciona el acceso a uno de los pulmones de la ciudad. “Lo usa mucha más gente, es más rápido y efectivo, tarda tan solo unos cinco minutos, y tiene una capacidad mayor”, explica Garriga.

Regenerar espacio urbanos

Existen también proyectos que parten de zonas de la ciudad y que tienen como objetivo naturalizarlas y humanizarlas, de manera que se conviertan de meras zonas de paso a espacios públicos con vida. Es el caso de plaza de América, en Vigo, una glorieta como tantas otras de todo el país que se ha convertido en una plaza accesible, que no solo facilita el paso de peatones donde antes solo circulaban coches, sino que crea un espacio de uso público con elementos naturales y medidas de aislamiento de ruido.

“La rotonda de la plaza de América resuelve una encrucijada de siete calles, era una gran confluencia de tráfico regulada por semáforos. A nivel peatonal, la única opción era circunvalarla”, explica Juan Piñeiro, de Civis Global, la empresa encargada de ejecutar la obra. “El proyecto trataba no solo de facilitar el paso peatonal, permitiendo que la glorieta se pudiese cruzar en diagonal, sino también crear un espacio interior de uso público”.

Para ello, crearon varios accesos y un espacio interior, en el que se conserva la escultura original de la glorieta, obra del escultor Silverio Rivas, pero se añaden distintos elementos que la protegen del ruido de la circulación de coches. “Tienen tres zonas de entrada y salida, se ha añadido una gran pantalla verde con ajardinamiento, en cuatro sectores hay un sistema de chorros, se plantaron olivos centenarios que forman una especie de arco, un césped con flores, y, al borde árboles, otras especies de árboles, como arces”, detalla Piñeiro. “El resultado es un pequeño oasis interior en el que el tráfico apenas se percibe”.

Piñeiro destaca la gran acogida que ha tenido el proyecto entre la ciudadanía de Vigo. “Una vez ejecutado, vimos muy pronto que funcionaba. El mismo día de la inauguración, ya había gente esperando para poder estrenar los bancos de la plaza. Lo que era un espacio deficitario y un foco de caos de tráfico ahora es un lugar peatonal agradable, y es muy satisfactorio ver que la gente lo agradece y te lo dice. Es un oasis particular en el centro de la ciudad”.

Edificios más eficientes

La recuperación de espacios y obras no es la única línea de actuación del sector de la construcción que tiene en cuenta la responsabilidad medioambiental. La creación de edificios más eficientes, que reduzcan su consumo energético, es otra vía para crear entornos respetuosos con la naturaleza. La Ciudad de la Justicia de Valencia nos muestra cómo se puede adaptar una gran obra pública, con tres edificios que suman más de 114.000 metros cuadrados y que albergan a 2.000 trabajadores, en un conjunto más sostenible.

“La Ciudad de la Justicia tenía un alto consumo energético y contaba con una superficie muy grande de azotea que no se aprovechaba”, relata Josep Vicent Montagud Aparisi, director de obra de Adaptat. “Con este proyecto se ha llenado todo ese espacio de placas fotovoltaicas que suministran el 18% del consumo energético de todo el complejo”. Según los cálculos de la administración, esto supone además un ahorro superior a 11.000 euros mensuales en la factura de la luz de los tres edificios. Los 1.605 módulos instalados en las cubiertas de los tres edificios lo convierten, explica Montagud Aparisi, en “el edificio de la Comunidad Valenciana de uso civil con una mayor instalación fotovoltaica”.

El de la Ciudad de la Justicia, proyecto llevado a cabo por Lantania, es un ejemplo de cómo se pueden aprovechar los espacios de titularidad pública para crear energía limpia que consiga un ahorro y una menor tasa de emisiones. “La administración tiene una responsabilidad ejemplarizante de demostrar las ventajas de este tipo de proyectos”, añade Montagud Aparisi, que señala a otras actuaciones, como el proyecto del Ayuntamiento de Valencia que instalará placas fotovoltaicas en sus cementerios. “En estos casos no solo se busca el autoconsumo de edificios públicos, sino que también los vecinos puedan beneficiarse y recibir la energía generada”.

Gestionar los recursos naturales

Otras actuaciones se basan en una explotación racional de los recursos naturales, haciendo que su uso sea más eficiente y adaptándose a nuevas necesidades. La desaladora de Santa Cruz de Tenerife, en funcionamiento desde 2001, emprendió en 2019 un plan de remodelación para aumentar su capacidad de abastecer de agua potable al mismo tiempo que reduce sus emisiones de CO2. Ahora, esta instalación ha logrado un aumento del 37% en su producción, lo que proporciona agua a 24.000 hogares más, generando el 62% del consumo total de recursos hídricos de la isla.

“La obra realizada ha ampliado la captación de agua marina con el funcionamiento de cuatro nuevos pozos, aumentando la capacidad de los bastidores hasta los 9.600 metros cúbicos al día cada uno”, detalla Ignacio Muñiz González, director gerente de Emmansa, empresa que ha acometido esta remodelación. Las mejoras no solo permiten aprovechar mejor el agua marina, sino que hacen posible el menor uso de aguas subterráneas de la isla. “El caudal diario liberado equivale a casi tres piscinas olímpicas. Esto es posible gracias al aumento del grado de conversión, la cantidad de agua desalada que se produce por cada litro de agua de mar captado. La nueva desaladora hace posible reducir el caudal de agua de mar necesaria para el abastecimiento en 7.300 metros cúbicos al día, volumen que equivale a casi cuatro piscinas olímpicas”.

Estas innovaciones permiten, además, que la planta aumente su eficiencia energética, reduciendo cerca de dos millones de kilogramos de CO2 al año, el equivalente a la emisiones de más de 1.700 vehículos nuevos al año. Muñiz González también destaca la calidad del agua que proporciona a los habitantes de Tenerife. “Los pozos y galerías subterráneos generan un agua de calidad heterogénea, mientras que el proceso de última generación de la desaladora permite realizar una producción de agua a la carta, que destaca por su baja mineralización”.

Optimizar el tratamiento de aguas residuales

La manera en la que tratamos nuestros residuos, y nuestra capacidad para disminuir su volumen, es un aspecto menos visible para la ciudadanía, pero clave en la relación con el medio ambiente. Eso es lo que nos muestran proyectos como el de la EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) de Lagares, a unos ocho kilómetros al sur de Vigo. Ahora cuenta con un potencial de tratamiento que cubre los residuos generados por hasta 800.000 habitantes, lo que la convierte en la depuradora con más capacidad de tratamiento de Galicia y en una de las mayores de Europa.

“Las depuradoras que se hicieron entre el año 1995 y 2005 llevaban a cabo un tratamiento que en 10 años quedaron obsoletos. Estaban centradas principalmente en retirar residuos sólidos y contaban con un diseño muy primitivo”, aclara Miguel Ángel Martín Calvo, jefe de obra de la EDAR de Lagares. “Desde entonces, sus capacidades han cambiado mucho, y lo que se pretende eliminar son los nutrientes que van en el agua, no solo residuos sólidos. Se consigue una eficiencia mucho mayor a través de un tratamiento químico y bioquímico, no solo físico”. Sus procesos consiguen separan los componentes de estas aguas para emplear en otros usos lo que se desecha y devolver agua al entorno. “No solo conseguimos un agua limpia, sino que en ella no hay sales minerales que la estropeen”, puntualiza.

Martín Calvo recurre a un curioso símil para explicar lo que se lleva a cabo en este EDAR. “Esto es como un zoo de microorganismos, es increíble la cantidad de bacterias que no eres capaz de ver en una gota de agua”. En las instalaciones de Lagares se han incorporado tecnologías que incluyen un sistema de hidrólisis térmica para los fangos, que incrementa el rendimiento de recuperación de energía de biogás. “Una depuradora es como un cuerpo humano, va depurando lo que va entrando, aprovecha lo bueno para crear energía o agua, y los residuos se dividen en dos, sólidos y líquidos”, aclara Martín Calvo. “Ahora somos capaces de conseguir que esos residuos se conviertan en un mejor biogás, con más poder calorífico”.

Las innovaciones técnicas aplicadas en este EDAR han hecho a Martín Calvo sentirse “como un pionero, te da la sensación de que estás llegando a nuevos terrenos, lo cual también es una responsabilidad”. Estas mejoras consiguen que los vertidos de aguas residuales estén cada vez más refinados y que tengan un menor impacto en el entorno. “Es una pasada los bajos niveles de vertidos que salen de la depuradora, son como el equivalente a una población de 500 personas”, explica. “Es una satisfacción enorme ver, por ejemplo, que están volviendo a aparecer delfines en la ría de Vigo”.

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